"… hay personas que tiene valor y
otras que no tienen precio…”
…ha dicho Antonio Miguel Carmona después de
abandonar la portavocía socialista
en el Ayuntamiento de Madrid. Tampoco quiso permutar el cargo de concejal ganado en elecciones por el
de senador. Carmona ha definido su actitud así: "hay personas que tiene valor y otras que no tienen precio”.
Lo anterior lleva a recordar que en política
hay personas que se conducen con inteligencia, buscando el bien de los
ciudadanos, y otros que actúan por conveniencia del partido o particular de
ellos. Abundan mucho más los primeros que los segundos que, cuando se pasan,
ponen cara en la prensa y los telediarios,
medios que repitiendo fotos e imágenes les convierten en falsa muchedumbre.
No hablaré de gente de aquí. En
USA, nación que los contrarios juzgan –por decirlo suave-- como capitalista
corrupta, hay multitud de ejemplos como el del tejano Sam Rayburn, famoso congresista demócrata que
presidió la Cámara de Representantes durante dieciséis años,
tres menos que el más longevo en cargo similar, que fue Bismarck. Rayburn siempre pagó
sus gastos aunque el oficio los justificara y le correspondieran al Gobierno. Su propiedad se valoró en poco menos de 300.000 $ cuando falleció y en sus cuentas corrientes se encontraron 26.000 $.
Había servido 49 años como congresista. Entre sus acciones estuvo el apoyo
decidido a la construcción de la famosa Ruta
66.
Pero se puede ser honrado y tener
la suerte esquiva. A Gerald Ford le tocó
sustituir al Presidente Nixon. Su pecado enorme fue el de perdonar a su
antecesor. Se le recordará por ello, también como el patoso que lanzaba las
pelotas de golf con trayectorias inverosímiles
y por su fama de mediocre basada en una frase atribuida a Lyndon B. Johnson: cuando una idea va a pasar por el cerebro de
Ford se la oye venir. Tuvo un mandato más bien breve, pero tan plácido que
ayudó a suturar las heridas abiertas por el
Watergate entre los partidos y el
paro no subió de un 7%, sin embargo, lo
positivo se recuerda menos.
El político inteligente sabe que, como ha escrito Marcello Veneziani columnista de Il Giornale hablando del
panorama que tiene el Papa delante de él: “El
desafío consiste es acercar a los lejanos sin alejar a los cercanos” (Véase Revista Tiempo
de 17 de julio de 2015, pág. 52), aserto que
vale también para la política
civil porque, ésta, no debe consistir en vencer sino en convencer, en hacer razonar a
quienes no están de acuerdo.
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