EL PAÍS Y OTROS PERIÓDICOS SE LO DEBEN MIRAR
Leo El País desde que nació, un periódico enorme cuyo prestigio podemos alinear al de la transición bien que ahora están al pairo…
En su
primera página, versión digital, El País
se divide en dos columnas. La seria que es la primera, donde van las noticias
nacionales y extranjeras que importan, habiendo sido escritas con pretensión de que deben importarnos.
La columna de al lado es la social, hecha para atraer lectores a quienes la
política interesa un morcillo por lo general.
En la
cabecera de esa segunda columna ayer se destacaba
la vuelta de Francisco Rivera a los ruedos mentándole como “el renacido”, no sabemos bien si por la
reaparición o por la foto mal traída de una costumbre torera que sólo debió molestar
a las madres de profesión. Pero nos preguntamos ¿era noticia para tanto
destaque?
A las siete
de la mañana y debajo del artículo sobre Rivera aparecía una foto del Sr. Rajoy
con la cabeza alta, pero con los ojos cerrados, llamado a despertar gracias a la persuasión encerrada en el texto de
Elvira Lindo; la foto también podría interpretarse como la imagen de un hombre
maduro harto de mirar lo que ocurre alrededor.
Luego aparecía Yoko Ono y sus problemas de salud. A las nueve de la
mañana una foto de Kesha en algarabía publicitando Revista del sábado había postergado al Sr. Rajoy cuya foto –ya más
reducida- pero con el mismo texto pasaban
a situarse detrás de la de Yoko Ono y otra de la tenista Sánchez Vicario. ¿Colocamos las noticias según llegan o hay prioridades?
Creemos que
estos periódicos factótum se lo deben mirar y pensar si su noticiero se adecua a estos tiempos en que pierden lectores de manera continua.
Cierto que están rebasados por las radios y el faldón de las teles anticipando noticias y por ello
pensamos que deben actuar como
esa anciana de Indianápolis que a sus 96 cumplidos se tiró en paracaídas desde
un avión para experimentar la sensación del vuelo (San Juan de la Cruz lo hizo
de otra manera) y buscar soluciones.
La noticia nunca debe ser producto de la redacción ni debe salir del pesebre más o menos aurífero. Siendo vieja, debe acompañarse del comentario de un especialista lo más objetivo posible y
solvente en el tema para iluminar al lector.
En los
viejos tiempos lo más leído del Marca
eran los comentarios a un partido de la Liga tan
bien escritos como escuetos de Antonio Valencia pese a su madridismo. En El País hubo otro tiempo en que el fútbol
resplandecía en las críticas colmadas de
soberbias imágenes literarias brotadas de la pluma de Santiago Segurola.
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