domingo, 13 de octubre de 2019



OJOS PARA VER…

Es evidente que el último  borracho que colisionó con la famosa farola de la Castellana ni la flexionó ni dejó marca y quizás por eso tocó la china a don Luis enredandole su paracaídas en el último desfile militar cuando descendía con la enseña nacional. El Ministerio del Interior que tanto se preocupa por la seguridad y el buen fin de los usos y costumbres, habría de ordenar un seguimiento de la farola en cuestión para evitar nuevos infortunios, dadas sus veleidades y el lugar estratégico de su localización. Pero el gran susto de la festividad nacional me lo llevé por la tarde-noche, cuando saltaron los equipos de España y Noruega y, formando sus jugadores en línea haciéndose  bigardos para escuchar los himnos patrios, observé que casi todos los niños que formaban delante de ellos llevaban gafas. Me acordé de mis nietos y su desmedida afición a las tabletas y pensé que los niños noruegos, además del uso personal, añaden el tiempo que emplean trabajando varias horas al día con sus ordenadores en las aulas de sus colegios. ¿Llegarán los nuestros a tener cuatro ojos o se trata de una moda infantil para ver los partidos mejor que el VAR?  Ya decía mi abuela que siempre cuatro ojos ven más que dos y diez ven más que el resto.

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