miércoles, 3 de octubre de 2018



HOSPITALES


Mi segundo hijo nació en un hospital de Lancaster (Pensilvania). El protocolo de visitas autorizaba la mía sin exceder las dos horas ni extenderse  a nadie más incluido mi hijo mayor (con tres años desarrolló un síndrome de abandono por parte de la madre que tardó algo en superar). Lo que el hospital primaba era que la parturienta y la otra paciente en situación similar que compartía habitación, intercomunicaran vivencias porque ello ayudaría, además, a una relación con médicos y enfermeras casi sin obstáculos y al término del proceso maternal de ambas.

El pasado mes de agosto estuve en dos importantes hospitales españoles, excelentes en el aspecto médico y sanitario, pero con protocolo distinto de visitas. Los pacientes podían ser cumplimentados por familiares y amigos desde las 9 hasta las 21 horas salvo si los doctores o las enfermeras visitaban al enfermo. Las visitas eran numerosas. Los saludos iban adornados de grandes exclamaciones sobre el lustre de los  pacientes y, al salir, abundaban las interjecciones relativas  a un alta próxima.  Los correteos de gente menuda no faltaban y vi la habitación de un abuelo decorada con poemas de sus nietos que, por supuesto, nadie osó retirar por cuanto contribuían a su buen ánimo  y recuperación.

Ese visiteo hacía que las puertas de las habitaciones permanecieran más bien abiertas que cerradas durante el  día, el ambiente de cotorreo más  el correteo de los niños obligaba a enfermeras y auxiliares a elevar sus tonos de voz y todo contribuía a poner a prueba los oídos de los enfermos hasta que llegaba el silencio sobre las 11 de la noche, un éxtasis a disfrutar hasta las 6 de la mañana, la hora de los vampiros,  apodo cariñoso aplicado a los sanitarios que ponen las primeras inyecciones del día…

El catecismo del padre Gaspar Astete, (1537-1601) ha formado al país a través de sus más de mil ediciones --más las posteriores de  Menéndez de Luarca y la de  Benito Sanz… – inculcando que la caridad es la virtud sobrenatural del catolicismo y que  la primera de las virtudes corporales es la de visitar a los enfermos, regla que ha superado siglos e informado leyes y reglamentos de manera real o solapada hasta formar parte de nuestra cultura. Sin embargo, yo me pregunto: ¿no se podría reorganizar el protocolo de las visitas a los hospitales españoles aunque fuera un poquito?
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